La cultura es uno de los objetivos claros que persigue difundir el actual Consejo Directivo Nacional de la Federación Mexicana de Charrería que preside el ingeniero José Antonio Salcedo López.
Siempre hay algo nuevo que conocer en la palestra del Más Mexicano de los Deportes y la presentación semanal; en esta ocasión son los famosos Vaquerillos, tema que describe don Humberto Carmona Cobo, Guía del Museo Nacional de la Charrería.
Los vaquerillos son cantinas largas cubiertas de pieles de chivo con grandes bolsas al interior. En temporadas de lluvias eran fundamentales, al estilo de las armas de agua, porque conserva seco cuanto se transporta en sus bolsas interiores, ya que el agua resbala sobre el pelo de chivo que les protege.
En estos tiempos se utilizan más como un adorno, aunque su uso fue conocido por los jinetes y arrieros desde el siglo XVII. Cuando se usan los vaquerillos se deben quitar las cantinas de la montura, de manera que cuando se diseña el vaquerillo, debe coincidir la perforación de los ojos para los chapetones y que salgan los tientos, a fin de sostenerlos a la silla de montar.
En su Libro del Charro Mexicano, don Carlos Rincón Gallardo destaca que los vaquerillos suplen a las armas de agua pues, por medio de unas correas unidas a una cuarta de la teja, se llevan hacia delante lo suficiente y se anudan a los tientos delanteros, de tal suerte que cubren las piernas del jinete. Sirven, además, para tapar el fuste de la montura cuando el jinete se apea, evitando que el asiento se caliente con el sol.
El Museo Charro de la Federación Mexicana de Charrería se ubica en la esquina de Isabel La Católica e Izazaga, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. La entrada es gratuita y ofrece recorridos guiados, en horarios de 10:30 a 15:00 y de 16:00 a 18:00 horas.