Otro de los grandes personajes del Salón de la Fama de la Federación Mexicana es don Francisco Aparicio Ramos, quien fue entronizado en el Palacio de la Charrería el 25 de enero de 1991, siendo uno de los casi 30 que están en el Recinto Sagrado.
Nació el 10 de enero de 1909 y murió el 24 de septiembre del lejano 1978. Su libro: “Recuerdos de mi Vida Charro-Taurina” se lee en un suspiro, aunque su vida y obra quedó para la posteridad.
Todo un gran personaje del campo, después de la fiesta taurina y cerró con broche de oro, con la Charrería.
Fue un jovencito inquieto de manera que, a corta edad, ya sabía lazar, colear y hasta tirar piales. Eso allá por 1922, y se retiró del deporte de sus amores, en 1960, debido a un accidente a caballo.
Le aprendió él arte a maestros charros como José Becerril, Eugenio Hernández, Magdaleno y José Ramos, José Velázquez, Roberto Cruz y claro está de su papá don Juan Antonio Aparicio, deseo que marca a nuestro personaje para trascender enormidades en la charrería.
Ese legado tan valioso que dejó don “Paco” Aparicio Ramos es para que lo conozcan las nuevas generaciones y que sus brillantes logros no pierdan vigencia al paso del tiempo.
Para ser torero y charro, emuló a otro de los grandes de fines del Siglo XX, Ponciano Díaz, además de aprender enormidades de Ignacio Gadea o Luis G. Inclán.
De sus andanzas charras hay muchas y destacan algunas como poner en alto el nombre de México, en aquellas memorables giras al extranjero: Francia, España, Estados Unidos, Marruecos y Portugal.
Don “Paco” Aparicio Ramos fue mentor de charrería en asociaciones como La Viga, la Nacional y la Metropolitana de la capital del país y en 1947 fundó su propia Escuela Charra.
En los albores del Siglo XX, don “Paco” Aparicio destacó como torero a caballo.
Su hija “Juanita” Aparicio se metió a la tauromaquia, igual que sobrino, el famoso matador de toros Mariano Ramos, este último también considerado como Charro-Torero y otro de los grandes de la historia del deporte convertido en arte.
Su libro: Recuerdos de Mi Vida Charro-Taurina, fue editado en 1966, con 219 páginas por la Impresora Atepehuacan, con valor aproximado hoy entre 1,500 y dos mil pesos, en caso muy raro de encontrarlo.