Entre la catarata inagotable de cultura que ofrece semanalmente el Consejo Directivo Nacional de la Federación Mexicana de Charrería, que encabeza el ingeniero José Antonio Salcedo López, está el apasionante tema de los herrajes.
El Museo de la Federación Mexicana de Charrería se ubica en el exConvento de Monserrat, en la esquina de Isabel La Católica y José María Izazaga en el Centro Histórico de la capital del país, con entrada gratuita de lunes a viernes.
En el Museo de la Charrería se encuentra una vitrina bien cuidada y en su interior diversos fierros convertidos en históricos herrajes y una pintura muy ilustrativa de la terna que se realizaba en antaño.
Es el guía del Museo, don Humberto Carmona Cobo, quien hace la descripción detallada a los distinguidos visitantes.
En su interlocución destaca la importancia de los herrajes, porque se dice y es el origen de todo, que, por la necesidad de marcar el ganado, se dio permiso a los indígenas para que montaran a caballo.
Con ello, se generó la creación de la silla de montar, reata, indumentaria charra y de herramientas, con una técnica que ha evolucionado y qué con el tiempo, fue lo campirano de las haciendas, que luego dieron lustre a las faenas charras y más adelante a la indumentaria de los chinacos y después al traje charro.
Las necesidades del trabajo, poco a poco, fueron ocasionando eso, ya que los españoles prohibían usar sus cosas y con ello, dio pie a lo nacional, a lo propio y tan mexicano.
Aquí fue el parteaguas, de ahí la importancia de este material que se guarda en el Museo Charro. El tablero tiene una invaluable colección de fierros de herrar y la pintura que aparece al centro, ilustra a los visitantes de como se inmovilizaba a los toros para poderlos marcar.
De ahí viene el origen de la terna, donde antes eran tres lo alzadores. Originalmente se lazaban las patas, cabeza y manos, eliminado esto último en el acontecer charro.
La charrería es deporte, cultura y tradición.