Don Elfego Espinosa Razo es otro de los grandes del deporte de la Charrería e ingresó al Salón de la Fama de la Federación Mexicana de Charrería el 25 de enero de 1991.
Don Delfín Sánchez Juárez lo definió así en uno de sus poemas: “Podrán pasar los años. Otros charros noveles entrarán en el juego, pero nada ni nadie podrá, en generaciones, borrar de nuestros lienzos la figura de Elfego”.
Palabras más de don Delfín Sánchez Juárez describieron a don Elfego Espinosa como un charro inmortal que descolló en grande por espacio de tres décadas, fieles testigos de sus hazañas, que se encuentran escritas con letras de oro en el perpetuo recinto de los charros imperecederos.
Eso fue algo de lo mucho que se ganó a pulso este personaje del Salón de la Fama de la Federación, considerado en su tiempo como El Rey de las Manganas.
Elfego nació el 16 de enero de 1922 en Puebla y dejó este mundo el 3 de enero de 1992. A muy temprana edad comenzó a cabalgar en las parcelas charras y se unió a la agrupación Regionales de La Villa el primero de enero de 1938, a los 15 años de edad, y fue socio honorario hasta su partida al firmamento charro.
Ganó el Afamado Coleadero de la Unión de San Antonio, en Jalisco, el 19 de septiembre de 1948 y el “Recalentado” también. El trofeo lo guarda su familia de aquella hazaña, habiendo entre 120 a 130 entre trofeos y medallas en el acervo de la dinastía Espinosa.
También recibió la Medalla de los 25 y 50 años de los Regionales de La Villa, así como le fueron impuestas las condecoraciones Espuela de Plata y Espuela de Oro por parte de la Federación Nacional de Charros.
Era un dechado de facilidad, lo mismo en cala que de caballo que tirando piales o derribando reses en el coleadero, muy diestro en la terna, además de excepcional en las manganas a pie y a caballo. Todo un estuche de monerías, por cuyos logros está en el Recinto de los Inmortales.
Destacado charro, sobre todo entre las décadas de 1950 y 1970, es un ejemplo a imitar por las nuevas generaciones, siendo un sólido pilar de la charrería, por lo que su legado quedó para la posteridad.
Su arte, la bonhomía, paciencia y pedagogía, muchos grandes charros, con sus respectivas asociaciones, lograron convertirlo en una de las primeras figuras de la difícil suerte de las manganas.
Bien se dice que la historia la escribe los grandes y en ese pedestal de honor debe estar don Elfego Espinosa Razo, aquel personaje de amplia sonrisa y refinados modales.
Mención especial lo realizado en el Congreso y Campeonato Nacional Charro del año 1954, celebrado en Ciudad Juárez, donde logró el título para los Regionales de La Villa, ganando casi la competencia con su cala de caballo, piales, colas, terna y acertando todas sus manganas a pie y a caballo –por aquellos días podían entrar en más de tres suertes charras-, siendo su sello la constancia en las siguientes fiesta grandes.
Sus hazañas no quedaron ahí, mismas que llevan cuatro generaciones más con su querida agrupación Regionales de La Villa. Siempre haciendo Patria y Charrería, era su lema y excepto en 1974, en todos los demás fue campeón nacional con La Villa de los seis títulos nacionales que se han agenciado.
Había muchos charros y él, siendo amateur, destacó ante los grandes. En los festejos de aniversario de la Asociación Nacional de Charros, en las manganas siempre acertaba sus tres manganas, tanto a pie como a caballo.
En 1958, con su amigo Roberto de la Madrid, inauguró el Lienzo Charro de Tijuana, Baja California.
Al igual que don Andrés Becerril y don Carlos Sánchez Llaguno, don Elfego Espinosa Razo entró también al Salón de la Fama de la Confederación Deportiva Mexicana (CODEME).