De carácter fuerte y personalidad imponente, así era el licenciado Alfonso Rodríguez Martín del Campo, uno más de los personajes del Salón de la Fama de la Federación Mexicana de Charrería.

Nació el 2 de agosto de 1930 en Mexticacán, en la Zona de los Altos de Jalisco, también conocida como la Capital Mundial de las Paletas. Fue inducido al Salón de la Fama en la sede nacional de la Federación Mexicana de Charrería el 25 de noviembre del 2020, evento que atestiguaron sus hijas Rosa Elena y Marcela, así como varios de sus nietos.

En los pastizales alteños se forjó su camino a la charrería, herencia que comenzó desde pequeño, afiliándose en 1948 a la asociación de los que serían los legendarios “Bigotones” Charros de Jalisco, doce veces campeones nacionales.

Para 1951 fue de los fundadores de la asociación Tapatía de Charros, la segunda más longeva de Guadalajara, practicando las suertes de piales, jineteo de toro, terna en el ruedo y monta de yeguas.

Amigo de los amigos y siempre directo en sus conceptos, fue este personaje legendario de la charrería de Occidente y que labró y cimentó sus pasos por México, Estados Unidos y algunas otras latitudes.

En 1972 fue vocal de Jalisco por dos décadas y fue tanta la aceptación de equipos que se decidió dividir el estado en varias Regiones o Zonas. Desde 1983 estuvo con la Alteña de Charros, asociación que logró el cetro Nacional de 1987.

En su gestión de la vocalía estatal casi llegaron a las 100 asociaciones y dejó de legado las zonas charras en Jalisco: Centro, Los Altos, Sur, Costa y otras más, aunque en la actualidad se unieron unas y otras.

A mediados de la década de 1970 fue fundador del Colegio de Jueces de la Federación Nacional de Charrería y en 1975 calificó su primer Congreso y Campeonato Nacional Charro en Tepic, siendo juez de nivel Nacional por 12 años.

Fue de aquella camada de grandes jueces de charrería como don Jesús Muñoz Ledo, Manuel Muñoz, Crisanto Mora, don José Aguilar, Alfonso de La Torre y muchos más, que desfilaron por la palestra de jurados calificadores entre las décadas de 1960-1980.

Desde el año 1987 ocupó varios cargos del máximo organismo charro, por 24 años ininterrumpidos, y dejó este mundo el día 5 de septiembre del 2012.

Fue gran personaje charro jalisciense y reconocido en México y Estados Unidos, habiendo recibido dos preseas Espuelas de Oro y una de Plata, así como casi un centenar de reconocimientos, amén de haber organizado varios campeonatos nacionales; fue, además, instructor de escaramuzas.